Saludos estimados y apreciados estudiantes….!!!!Aquí les dejo elementos que bien pueden servirle para el desarrollo de su exposición (obra teatral Venezuela Consolada y la canción Popule Meus).
Teatro en la época colonial venezolana
El teatro durante la época
colonial comprende diversas y difusas etapas, no obstante se puede apreciar una
primera fase que comprende los siglos XVI y XVII, con pocas representaciones y
sin ningún testimonio de su producción dramática. La segunda corresponde al
siglo XVII, durante la cual hay cierto auge y se dan los primeros pasos significativos
para el desarrollo del teatro nacional. Cuando llegaron los españoles, las
letras en la Península Ibérica se encontraban en los albores de su edad dorada.
En ella se mezclaban las tradiciones medievales con el pensamiento renacentista
(históricamente se sabe que el renacimiento español fue tardío). Ese pueblo,
con su teatro y sus cómicos ambulantes se volcó en tierra americana. El teatro
transplantadose enriqueció con el aporte indígena y de la cultura negra. En sus
comienzos fue casi exclusivamente religioso, razón por la cual predominan los
autos sacramentales. César Rengifo (1989) comenta: "lentamente se fueron
creando las condiciones para que se pusieran en escena obras del mejor teatro
español de la época. En el siglo XVIII la actividad dramática adquiere cierta
regularidad, iniciándose la aparición en ciudades y villas de algunos grupos
teatrales integrados y dirigidos por gente de la localidad"
La popularidad que
alcanzó la actividad teatral, la segunda mitad del siglo XVIII, se evidencia en
tres aspectos: I) Puesta en escena de obras de los dramaturgos del Siglo de oro
español. 2) Se escriben las primeras piezas dramáticas en el país. 3) La
formación de grupos teatrales como el de San Felipe (Estado Yaracuy), que
organizó en 1747, tal vez, el Primer Festival del Teatro Venezolano. Y el
denominado "Gaspar de los Reyes" que el año 1760, con motivo de la
coronación de Carlos III, organizó un segundo festival de teatro (1) en San
Sebastián de los Reyes, Estado Aragua.
El enjuiciamiento que
sufrió el género dramático, especialmente el teatro popular, durante el siglo
XVIII en España repercutió en Venezuela. Se tiene conocimiento de algunos
decretos que prohibían las representaciones de comedias sin la debida
autorización. Esto pone de manifiesto el interés que la actividad había
despertado. De la producción dramática de la Colonia, sólo se sabe de algunos
fragmentos y referencias con la excepción de dos obras trascendentales: Auto de
Nuestra Señora del Rosario de autor anónimo y La encarnación del Hijo de Dios
de José Cecilio de Avila, probablemente de fecha posterior. El auto sacramental
es la pieza más completa que nos ha llegado y la primera escrita en el país.
Sobre La encarnación del Hijo de Dios José Rojas Uzcátegui (986) aclara:
"Hasta hace poco se pensó que era Andrés Bello el iniciador de la
bibliografía teatral de autor, pero el descubrimiento o exhumación de La
encarnación del Hijo de Dios del sacerdote José Cecilio de Avila hace
obligatoria la rectificación (. . .) por lo tanto es José Cecilio de Avila el
primer autor de nombre, apellido y obra conocido" (p. 20).
Dos factores que
incidieron en esa primera fase del teatro nacional, para que La Guaira se convirtiera en centro
escénico de importancia: 1) Por ser puerto marítimo y punto estratégico donde
llegaban las innovaciones de ultramar. 2) Por la construcción del primer teatro
en Venezuela a mediados del siglo VIII. Poco después (1784) se edificó el
primer teatro en Caracas. Recibió el nombre de "Coliseo," más tarde "Conde."
Fue destruido por el terremoto de 1812.
VENEZUELA CONSOLADA.
De ANDRÉS BELLO
Poema original
encontrado en 1880 entre los papeles de Juan Vicente González que poseía
Antonio Leocadio Guzmán. Se publicó por primera vez en las Poesías de Andrés
Bello, preparadas por Miguel Antonio Caro, Madrid, 1882. Después en O.C.
IIII, p, 12-23. El motivo central del drama, la vacuna contra las viruelas,
nos induce a pensar que es poco posterior a 1804. Cf. nota p.8 (Comisión
Editora, Caracas).
|
Personajes: VENEZUELA
EL
TIEMPO
NEPTUNO
EL TEATRO REPRESENTA UN BOSQUE DE ÁRBOLES DEL PAÍS
ESCENA I
(VENEZUELA APARECE EN
ACTITUD DE TRISTEZA)
VENEZUELA – Errante pasajero, dime ¿en qué
triste sitio contemplaron tus ojos un dolor semejante al dolor mío?. Tú, que en
mejores días viste el hermoso brillo con que Naturaleza ostentó su
poder en mis dominios, Hoy a los dolorosos acentos con que explico al universo
todo mis desventuras, une tus gemidos... de gozo y regocijo, estación de
abundancia, alegre imagen del dorado siglo, ¡Qué pronto en noche oscura os
habéis convertido! ¡Qué tenebrosa sombra sucede a vuestro lustre primitivo!
ESCENA II
(Dicha; El Tiempo)
TIEMPO –
Desusados clamores en el feliz recinto de Venezuela escucho; antes todo era
cánticos festivos. Más ya no se percibe el acorde sonido de gratos instrumentos
ni de danzas alegres el bullicio. Por todas partes oigo sólo quejosos gritos y
lastimeros ayes; pavor, tristeza, anuncia cuanto miro. Deliciosas provincias,
frondoso y verde hospicio de la rica Amaltea, ¿qué se hicieron, decidme, los
corrillos de Zagalas, alcores de pastores festivos, que hacían a la tierra
envidiar vuestro júbilo continuo? Pero sobre la alfombra de este prado mullido,
a Venezuela misma, si no me engaña la aprehensión, diviso. Venezuela es sin
duda... y su rostro abatido, sus inmóviles ojos de profunda tristeza dan
indicios. Diosa de estos confines, ¿qué funestos motivos a tan fatal extremo de
aflicción y dolor te han compelido? ¿No eres tú Venezuela? ¿Falta acaso a tus
hijos del español monarca la amorosa tutela y patrocinio?.
VENEZUELA -
Sí por ventura guardas ¡oh Tiempo! En tus archivos la historia de infortunios
que puedan compararse con los míos; Si tan lúgubre escena vieron jamás los
siglos, condena entonces, Tiempo, el extremo de angustia en que me miro. Las
atroces viruelas, azote vengativo de los cielos airados, ejercen su futuro
sobre mis hijos. La atmósfera preñada de vapores malignos, propaga a todas
partes con presteza terrible el exterminio. En las casas y calles, y sobre el
sacro quicio de los templos, se miran cadáveres sin número esparcidos. Del
enfermo infelice, huyen despavoridos cuantos en su semblante ven de la peste el
negro distintivo. ¡Qué lúgubres objetos! Aquel deja al recinto de sus lares
impuros una familia, y busca en los pajizos campesinos albergues un saludable
asilo; más allá, separado del seno de la madre del tierno niño, y al degrado
por manos extrañas conducido, el maternal socorro implora en vano con agudos
gritos. Aquí expira el anciano sin el pequeño alivio de que cierre siquiera sus
fallecientes párpados el hijo. Allí noto que arrojan al hoyo confundidos en
espantosa mezcla con cadáveres yertos cuerpos vivos. Pues ¿cómo, cuando escenas
tan tristes examino, te admiras de que acuda llanto a los ojos y a la voz
quejido?
EL TIEMPO
– No, Venezuela, nunca más fundado motivo las lágrimas tuvieron, que el que
tienen las tuyas; desde el sitio de brillantez y gloria a que los beneficios
del trono te ensalzaron, hoy te despeña al más profundo abismo de horrores y
miserias, ese contagio impío que tus hijos devora, esas viruelas cuyo agudo
filo por todas partes lleva el luto, el exterminio, y en soledades vastas deja
tus territorios convertidos. Llora, pues, tu miseria, llora tu lustre antiguo y
tus pasadas glorias, de que estaba envidioso el cielo mismo. Laméntate en buena
hora; a tu dolor crecido, Venezuela, no puedo yo mismo, siendo el Tiempo, dar
alivio, Y así... Pero ¿qué escucho? (Se oye música alegre).
VENEZUELA
- ¿Sueño, cielos?
EL TIEMPO
- ¿Delirio?
VENEZUELA
- ¿No siento alegres voces?
EL TIEMPO
- ¿Regocijados sones no percibo?
CORO –
Recobra tu alegría, Venezuela, pues en tu dicha el cuarto Carlos vela.
UNA
VOZ - ¡A las próvidas leyes del mejor de los reyes debías la
riqueza, la cultura, la paz apetecida!. Hoy la salud, la vida, dádivas son
también de su ternura.
CORO
- Recobra tu alegría, Venezuela, pues en tu dicha el cuarto Carlos
vela.
VENEZUELA
- ¿No sabremos decir de dónde vienen tan gozosos acentos?
EL TIEMPO – Apartando los enramados
árboles, camina hacia nosotros, con ligero paso, un incógnito numen. Su cabello
húmedas gotas vierte, y coronado está de algas marinas; pero juzgo reconocerle
ya, pues en las manos conduce el gran tridente.
ESCENA III
(Dichos, Neptuno)
NEPTUNO
– Mi venida es de daros consuelos. Cese el llanto. La queja interrumpid. Yo soy
el numen a quien presta obediencia el mar salado; Neptuno soy, que...
VENEZUELA
- (con espanto) Vete de mis ojos; para siempre, retírate. El amargo
conflicto en que me miras, ¿de quién vino, sino de ti? Mi doloroso estado otra
causa no tiene que tú solo; al dulce abrigo del monarca hispano, venturosa y
pacífica vivía, las plagas y los males ignorando que al resto de la tierra
desolaban. Su nombre augusto en inmortales cantos bendecir, celebrar sus
beneficios, era la ocupación, era el cuidado que el cielo me imponía. Los
favores gozaba alegre de su regia mano, cuando en infaustas naves me trajiste
de las viruelas el atroz contagio. ¿Cómo pretendes, pues, que Venezuela sin
turbación te mire y sin espanto?
NEPTUNO –
Tus lágrimas enjuga, Venezuela; los cielos de tu pena se apiadaron; ya no verás
a tus dichosos hijos con tan horrenda plaga señalados; ya Carlos de tus pueblos
la destierra para siempre.
VENEZUELA
- ¡Qué dices! ¿Puede acaso el humano poder?...
NEPTUNO
- Escucha atenta los beneficios de tu augusto Carlos. Y tú, Tiempo,
conserva en tus archivos para siempre el más grande y señalado suceso que jamás
vieron los siglos desde que su carrera comenzaron. En la fértil provincia de
Glocester, a la orilla del Támesis británico, aparecieron de repente heridos de
contagiosa plaga los rebaños. A los cuerpos pasó de los pastores el nuevo mal;
y cuando los humanos el número juzgaban de las pestes por la divina cólera
aumentado notaron con asombro que venía en aquel salutífero contagio encubierto
un feliz preservatorio que las negras viruelas respetaron. Jenner tuvo la dicha
de observarle; y de su territorio en pocos años desterró felizmente las
viruelas, el contagio vacuno propagando. ¿Qué acogida imaginas que daría la
ternura benévola de Carlos al gran descubrimiento que liberta a sus queridos
pueblos del estrago de las negras viruelas? Al momento escoge profesores
ilustrados y un sabio director cuyas fatigas llevan hasta los puertos más
lejanos de sus dominios el precioso fluido que de viruela libra a los humanos.
Sí, Venezuela; alégrate; tus playas reciben hoy el venturoso hallazgo de
Jenner, que te envía, como muestra de su regia bondad, tu soberano. Hallazgo
que tus hijos te asegura, que de vivientes llena los poblados que libran de
temores la belleza; y, dando a la cultura nuevos brazos para que en tus
confines amanezcan días alegres, puros, sin nublados, el gozo te dará con la
abundancia, y la felicidad con el descanso.
VENEZUELA
- ¡Oh gran Dios! ¿Conque al fin las tristes quejas de Venezuela a tu mansión
llegaron? ¿Conque nos miras ya compadecido? Al eterno cantad regocijados
himnos, ¡oh pueblos! Que debéis la vida y la salud a su potente brazo; que
resuene su nombre en las eternas bóvedas; y después que el holocausto de
gratitud ante su trono excelso hayáis humildemente tributado, haced también
sinceras expresiones de reconocimiento al soberano. Del más cumplido gozo dad
señales, y publicad en otro alegre canto la gran ventura de que sois deudores a
su paterno, cuidadoso amparo.
EL TIEMPO
- ¿Y nosotros qué hacemos, que en tal día todos nuestros esfuerzos no juntamos
para solemnizar el beneficio que recibe este pueblo de sus manos? A ti,
Neptuno, el cetro de los mares los supremos destinos entregaron. Pomona
enriqueció de bellos frutos, Venezuela, tu clima afortunado; y yo, que soy el
Tiempo, a mi capricho rijo las estaciones y los años. ¿Por qué, nuestras
funciones reuniendo, suceso tan feliz no celebramos?
NEPTUNO –
Tienes razón; aguarda. Roncos vientos que subleváis con vuestro soplo airado
las bramadoras ondas, tempestades, furiosos huracanes, sosegados, y en el imperio
todo de las aguas, la dulce calma reine y el descanso; respetad este día
venturoso; y dondequiera que miréis las naos de la dichosa expedición que trae
tantos bienes al suelo americano callad y respetadla. Habitadoras de
los marinos, húmedos palacios, rubias Nereidas que de frescas ovas lleváis
vuestro cabello coronado, formad alegres danzas; y vosotras, blancas Sirenas,
que adormís cantando al navegante, haciendo que le sea grato el morir,
dulcísimo el naufragio, entonad himnos nuevos y acompañen los roncos caracoles
vuestro canto, los móviles Tritones difundiendo alegres ecos por el vasto
espacio.
CORO DE
NEREIDAS: El reino de Anfitrite con júbilo repite el nombre siempre amado de
Carlos Bienhechor.
CORO DE
TRITONES – Y luego que le escucha se aplaca el Ponto undoso y el austro
proceloso refrena su furor.
EL TIEMPO
– Yo de notables hechos la memoria a las edades venideras guardo, y fama doy
gloriosa al buen monarca, al gran guerrero y al ministro sabio; Mas a los
beneficios distinguidos que la suerte del hombre mejoraron, doy un lugar
brillante en mis anales y en inmortalizarlos me complazco. Por mí suena en la
tierra todavía el nombre de los Titos y Trajanos, y sonará mientras de blandas
fibras tenga el hombre su pecho organizado. Yo daré pues, a tu feliz memoria,
Carlos augusto, un eminente rango; y al lado de las tuyas las acciones de los
Césares, Pirros y Alejandros, quedarán para siempre oscurecidas... Siglos
futuros, a vosotros llamo: salid del hondo seno en que os oculta a la
penetración de los humanos el velo del destino; y a presencia de Venezuela,
pronunciad los cantos con que haréis resonar en algún tiempo el claro nombre
del augusto Carlos. Celebre con eterna aclamación el hombre el
siempre claro nombre de Carlos bienhechor. Jamás el merecido título que le
damos sepulte en el olvido el tiempo destructor.
VENEZUELA
– Y yo que el testimonio más brillante debo hacer de ternura al soberano, ¿qué
mejor alabanza puedo darle, que monumento más precioso y grato levantar a sus
ojos, que su nombre con indelebles letras estampado en los amantes pechos de
mis hijos?. Si, yo te ofrezco, yo te juro, Carlos, que guardarán los
pueblos tu memoria, mientras peces abrigue el mar salado, cuadrúpedos la
tierra, aves el aire, y el firmamento luminosos astros. Yo te ofrezco cubrir
estos dominios de celosos y dóciles vasallos, que funden su ventura y su
alegría en prestar obediencia a tus mandatos. Te ofrezco derramar sobre estos
pueblos, que tus leyes respetan prosternados, fecundidad, riqueza y lozanía, dorados
frutos, nutritivos granos. Yo te juro también que con perenne aclamación
repetirán sus labios: “¡Viva el digno monarca que nos libra de las viruelas!
¡Viva el cuarto Carlos! Hombre, mujer, infante, todo mortal que pise estos
confines, cante a Carlos bienhechor. Publique Venezuela que quien de nuestro
clima lanzó la atroz viruela, fue su paterno amor. (Se repite)
Tomado
de:
http://www.oocities.org/dramaturgia_venezolana/venezuelaconsolada.htm
De igual madera este es el enlace de you tube a través del cual pueden descargar el audio: https://www.youtube.com/watch?v=NMawifNdBN0
Si se les hace complicado, pueden pedir ayuda a sus padres
y/o representantes, al igual que algún conocido que pueda ayudarles a descargar
el video en formato mp3, para ser reproducido en un teléfono celular de uno de
los integrantes del equipo expositor.
Éxitos…….!!!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario